La Galaxia de Cucho Fernández

cuchoMi paso por la emblemática Radio Galaxia en los estertores de su existencia (1994-1995), estuvo marcada a fuego por haber compartido con otro verdadero personaje de nuestra radio. Agustín “Cucho” Fernández, debe ser sin lugar a equivocaciones uno de los profesionales más completos que he conocido en mi deambular radiofónico. Cuando llegué a la casa que albergaba sus estudios en la calle ciega Dr. Torres Boonen en el Barrio del Hospital Salvador y me lo presentan como mi jefe, tenía meridiana claridad de frente a quien estaba. Me hace pasar a su oficina atiborrada de papeles, libros abiertos y otros a medio abrir que circundaban su inseparable máquina de escribir. Nos tomamos un café al ritmo vertiginoso de sus comentarios e instrucciones. En unos minutos, sentía que lo conocía de toda la vida. Pero lo más gratificante fue percibir su confianza profesional que me acompañó hasta el final de nuestra estadía conjunta en la emisora, hasta que dio paso al actual proyecto de  Radio Duna.

Cucho Fernández, de alguna manera, era un sabelotodo. Esa cualidad le permitía escribir con gracia y documentada precisión, libretos contundentes, llenos de datos, alegorías y de una simpatía que incluso superaba a la que trasuntaba en su propia forma de ser “en persona”. Detrás de esos lentes que escondían una miopía de aquellas, estaba el rostro de un hombre sencillo, afable y sano. Una buena persona. Pero a no confundirse, en la pega, Cucho era una tromba. Dotado de un entusiasmo y ánimo que nunca había visto en mi vida, era capaz de hacer y rehacer un trabajo cien veces hasta dar con la perfección.

Recuerdo que todos los viernes a media tarde, me esperaba para entregarme el libreto que grabaría para un programa que se transmitía los domingos entre 18 y 20 hrs. Segalaxia(1) trataba de un ensamble de noticias coincidentes con la época o año de popularidad de las canciones que se alternaban. Entre los locutores, sabemos que cuando nos equivocamos mucho en un texto, en general, es porque está mal escrito. Pues bien, los libretos de Cucho Fernández, fluían como el agua de un río presuroso. Los grababa de un tirón con el beneplácito del gran radiocontrolador Ramón. Su pluma era tan certera y adiestrada a la radio, que en pocas palabras sintetizaba las ideas centrales. Debo haber grabado más de 50 capítulos y no recuerdo haber tenido que hacer grandes enmiendas o correcciones. Con el tiempo, pasé de sólo leer los libretos a ensimismarme y entretenerme de buena gana con ellos. De alguna manera, me convertí en un digno intérprete de sus amenas composiciones.

galaxiaSi bien nuestra interrelación estuvo netamente asociada al binomio Jefe-subordinado, y que después de la Galaxia nunca más nos volvimos a ver, cada vez que lo escuchaba o sabía de él en sus nuevas andanzas, me producía una gran alegría comprobar que seguía activo a sus ya buenos años de carrete radial. Regularmente lo sintonicé en las noches de Radio Cooperativa.

Cuando me enteré de su fallecimiento en el año 2010, lamenté mucho su partida. Sin embargo, me quedé con la convicción que Cucho Fernández había cumplido en modo superlativo su misión en este mundo, formando a generaciones de gente de radio y contagiándolas con su sin par vigor, alegría y entusiasmo. 

Fotografía: Gentileza de Diario La Segunda.